Rocío Carbonell nació en Córdoba hace 40 años en una familia que heredó el arte español de sus raíces. Sus abuelos llegaron en el siglo XX a Argentina desde las tierras de Sevilla y Murcia, al igual que gran cantidad de inmigrantes europeos. Su madre, la reconocida artista María Isabel Carbonell, bailaba y cantaba desde los cuatro años de edad, y con el tiempo logró fundar la escuela de danza “Chavalilla Gitana” en la ciudad de Córdoba.
“La música me ha gustado siempre, lo tengo incorporado muy natural, de herencia en la sangre”, nos cuenta mientras recuerda despertar en su casa escuchando cantar a su abuela materna. Como no puede ser de otra manera, esta bailaora flamenca estudió danza española desde muy pequeña, recibiéndose de profesora especializada en flamenco. Un poco autodidacta, “hacía lo que le nacía bailando”. Como le encanta la música, también le apasiona cantar y escuchar música de todo tipo “desde una zamba argentina hasta la percusión hindú con un ritmo increíble”.
Cuando vivía en Argentina, daba clases de danza flamenca y de percusión en espacios muy reconocidos como el tablao flamenco “Enhorabuena”, en el cual aún sigue dando talleres y seminarios cuando regresa al país. Sin embargo, Rocío se había recibido de profesora de inglés, y daba clases en escuelas de nivel primario y secundario en Córdoba, siendo esa su principal actividad.
¿Por qué decidiste irte a vivir a España? ¿Qué fue lo que te condujo a tomar esa decisión?
Por un descontento emocional. Yo acá estaba trabajando de profe de inglés en varios colegios, con mi casita, mi auto, mis gustos, pero emocionalmente no estaba para nada cómoda. Me replanteaba todos los días “¿voy a hacer esto toda mi vida?”. Daba clases de inglés en primaria y secundaria, que me encantaba, pero la docencia es muy desgastante, enseñar a niños y adolescentes requiere de mucha energía. Definitivamente no me veía haciendo eso toda mi vida y ahora tampoco. No me faltaba nada, pero desde la primera vez que viajé a Sevilla en el 2009 me sentía siempre muy bien.
Mi hermano Daniel, quien también es músico percusionista y trabaja conmigo allá, viajó primero y se quedó todo un año. Que él se haya ido primero me dio la fuerza para decir “lo tengo que hacer”.
Mi decisión era irme por un año primero. Acá no tenía incentivo, no estaba motivada. Me fui con incertidumbre y con todos los miedos. Me llevé todos los ahorros y viví todo el año, conociendo gente, viendo qué podía hacer. Es toda una aventura ver con quién vivís, dónde vivís…fue un apoyo importante irme con mi hermano, con él nos entendemos, compartimos y conectamos a través de la música.
Ese primer año ya empezaste a trabajar como artista callejera…
Así es. El primer mes estuvimos con mi hermano en la ciudad de Jerez de la Frontera y después en Sevilla. En los inicios yo tenía mi grupo, salía con ellos siempre, el mismo guitarrista, cante. En Sevilla es ilegal ser artista callejero, pero sin embargo es una de las ciudades con más actividad callejera de España, porque hay mucha concurrencia turística todo el año. Es una ciudad muy cosmopolita todo el año, eso promueve ese tipo de actividad, hay mucha vida social a toda hora.
Cuando llegamos tuvimos que ir negociando horarios y espacios con otros grupos que hacían lo mismo.Como éramos muchos grupos, con el propósito de tomar fuerza para pedir un permiso al ayuntamiento y poder ejercer la actividad callejera de manera legal, dijimos “¿y si formamos una asociación?”. Así surgió el grupo Alegran Sevilla, formado por alrededor de 30 artistas de flamenco, entre músicos y bailaoras de todas partes del mundo: canadienses, portugueses, franceses, argentinos, todos unidos por una misma pasión, todos emocionados por el flamenco.
Ahora estamos muy organizados, tenemos cronogramas con horarios rotativos todas las semanas, tenemos un grupo de suplentes y lugares fijos donde tocamos, como la Plaza de España.
Rocío destaca el aprendizaje que conlleva ser artista callejera. “Nunca pensé que me iba a gustar tanto y que iba a poder vivir de eso, pero sin embargo sí”, menciona. Además, resalta que no es un trabajo fácil, ya que tienen que soportar todos los climas y estados de salud y salir igual. “La calle es un espacio donde hacemos relaciones, nos damos a conocer, y te abre las puertas para muchos trabajos”, sostiene mientras nos cuenta que a partir de allí surgen “bolos” (actuaciones) en numerosos espacios de la ciudad. “Todos tenemos la calle entre otras cosas”, destaca.
El trabajo que realizan con el grupo ha crecido mucho con el tiempo y funciona porque lo toman profesionalmente desde la vestimenta, la actitud, el respeto al público, la concentración. Además, aprovechan para practicar cuando tienen alguna actuación:
“actuar en la calle es hermoso, vas a disfrutar y que los otros lo hagan también”.
¿Cuáles son tus proyectos en el presente?
La calle me abrió las puertas a numerosos trabajos. Yo estuve dando clases de danza a niños y a turistas.
Además, a los artistas callejeros nos dieron la posibilidad de participar en una peña flamenca muy reconocida en el TBO Centro Cultural “Don Cecilio” donde teníamos un ciclo todos los sábados para hacer flamenco. No está más en funcionamiento, pero fue una de las actividades que nos abrió el trabajo en la calle.
Después de eso se abrió la posibilidad de hacerlo también en un espacio cerca de la Alameda, en “Qandil Tetería”, muy conocida.
Por otra parte, sigo tomando clases allá de flamenco y perfeccionándome.
Además, con otros proyectos te abriste un poco de la música española…
Si, hoy en día estoy haciendo cosas con otro tipo de música. Por un lado, tenemos desde el año pasado junto a tres artistas de flamenco una banda de música latinoamericana llamada “Changuitos Projetc”. Ahí yo canto, y tuvimos varias actuaciones el año pasado. Es mi cable a tierra saliendo del ambiente del flamenco.
Por otro lado, trato de hacer mi aporte del flamenco a otros géneros. Por ejemplo, acabo de hacer un video editado de una coreografía montada sobre la música de Victor Wooten, un bajista estadounidense que descubrí hace un tiempo. En el video, sobre una canción de jazz que él toca con el compás de la bulería flamenca yo hice una coreografía.
https://youtube.com/watch?v=W0vx-Uzq5nQ%3Fautoplay%3D0%26mute%3D0%26controls%3D1%26origin%3Dhttps%253A%252F%252Ffundacioncarbonell.wixsite.com%26playsinline%3D1%26showinfo%3D0%26rel%3D0%26iv_load_policy%3D3%26modestbranding%3D1%26enablejsapi%3D1%26widgetid%3D1
¿Cómo te ves a partir de ahora? ¿Cuáles son tus metas a futuro?
Intento, por mi forma de ser, proyectarme un poco, pero he aprendido este tiempo que he estado allá tratar de no planificar tanto, concentrarme en lo que estoy haciendo ahora. No quiero estar toda la vida dependiendo de un trabajo tan inestable, pero no lo dejaría porque me encanta este trabajo principal que tengo.
Dedicarme a la música ojalá que lo pueda hacer siempre. Como tengo una profesión que tiene un límite por el estado físico, tengo que programarme para hacer algo más. Este año también quiero empezar a dar clases de inglés sin perder la flexibilidad que tengo para poder dedicarme al flamenco.
No siento la necesidad de volver a Argentina. Cada vez me siento menos turista en Sevilla, pero todavía no estoy arraigada.
Uno de los proyectos de la artista para este 2020 es emprender un circuito turístico de flamenco con el objetivo de que los turistas que llegan a Sevilla puedan conocer el circuito que hacen las bailaoras y los músicos: un bar, un monumento, un espacio social, una clase, transitar calles que los turistas no transitan donde hay salas de baile o artistas ensayando.
“Me encanta el trato con los turistas, y poder ayudarlos, mostrarles lugares a donde no podrían llegar solos por desconocimiento de la ciudad”
Si bien no siente la necesidad de volver a Argentina, Rocío cuenta que el proceso de adaptación le duró un año y medio al menos, hasta que finalmente se convenció de que era correcta la decisión que había tomado. “Es una ciudad encantadora, la gente es linda, la comida es rica, el clima es precioso, es una ciudad que te entra por todos los sentidos”, menciona.
Conocer otras culturas, la diversidad con la que te encontrás es otro de los puntos que resalta la artista. Rocío menciona emocionada que lo único que le falta allá es la familia, pero que no se arrepiente de haberse ido, y recuerda una frase que le dijo su hermana Mariana: “Todos tenemos un lugar en el mundo”.
Contacto de Rocío Carbonell para tour de flamenco en Sevilla (España):